La manera más segura de no lesionarte es tener una genética privilegiada.
Da igual el deporte o la actividad que tengas en mente. Si te toca la lotería de la genética, puedes no hacer nada.
Puedes hacer ejercicio o no hacerlo, o puedes castigarte de la manera más exigente que se te ocurra, que aun así, recuperarás rápido y sin problemas.
Da igual que comas basura, que no trabajes tu físico, o que duermas borracho en el sofá 4 horas.
El resto de los mortales, nos vemos obligados a seguir otro camino.
La alternativa más simple para mantener tu cuerpo libre de molestias, y disponible para la vida, es:
1. Detecta el origen de tus posibles problemas.
2. Entiende las necesidades de tus actividades diarias y prepárate para enfrentar la agresividad a la que te expones al hacerlas.
Incluso si la genética te acompaña, este plan sigue siendo una gran idea. Porque, al seguirlo, vas a disparar tu estado de forma.
Te voy a confesar algo, yo no tengo una genética excepcional. Me he lesionado muchas veces.
Y me han operado.
Y he dejado deportes.
Pero, ¿sabes una cosa? Ahora ayudo a otros a evitar que pasen por lo mismo que yo. Por eso creamos este servicio.
La forma física forma parte de tu vida.
Da igual que seas deportista de élite, amateur, dominguero o amante de la batamanta.
Es indiferente que tu actividad más intensa sea pasar el plumero, limpiar el coche o llevar la compra.
No importa que tus actividades sean al aire libre o en pabellón, que sean individuales o en equipo, que te dé alergia el contacto o disfrutes como un enano golpeándote en un concierto de ska, que respires en una gimnasia suave o que te dediques a andar con tus compis jubilados.
El movimiento es vida.
Lo que no se mueve, tiene tendencia a morir.
Sé que es duro de aceptar, y puedes ignorarlo, pero no puedes huir de sus consecuencias.
¿Por qué razón me cuesta tanto? ¿Por qué hay personas que consiguen sus objetivos y otras que lo intentan una y otra vez?
Si lo has intentado mil veces, no eres ni mejor ni peor que otros.
Verás.
En la década de los 70, cuando los Estados Unidos estaban en el apogeo de la guerra de Vietnam, una estadística hizo saltar todas las alarmas en Washington.
Un porcentaje muy elevado de soldados eran adictos a la heroína.
Se gastaron millones para crear agencias para combatirlo.
Pero, ¿sabes qué ocurrió?
La gran mayoría de soldados, cuando volvieron a casa, dejaron de consumir.
Sin tratamiento, sin ayuda profesional.
La razón es muy simple.
Eran víctimas de su entorno.
Mucha gente lo es.
No sueles asociar el sofá, la cocina o tu cuarto, a hacer deporte.
Aquellas personas que tienen más “fuerza de voluntad” son las que se mueven o preparan sus entornos para que les sea más fácil hacer lo que deben.
No son más fuertes ante las tentaciones, las evitan.
Por eso te propongo un cambio.
Que vengas a recuperarte (o entrenar) a un espacio pensado para eso.
Además, sabes que el hecho de quedar con alguien, ya es una responsabilidad por sí sola (casi siempre).
Dicho todo esto, te explicaré en qué consiste el servicio.
Es muy sencillo.
Cómo completar una recuperación sin miedo a recaer.
Se podría resumir en tres sencillos pasos.
Cuatro, en algunos casos.
Primero. Testeo.
Supongo que la palabra test, te dice algo. Es importante conocer el punto de partida y de qué “pie cojeas”, para atacar tus puntos débiles.
Esto no es negociable, no se puede arreglar un problema si no conocemos de dónde viene ese problema. De hecho, puede ser el principal motivo de fracaso.
Primero (bis). Sesión de fisioterapia.
En casos complicados, es necesario un diagnóstico compartido. El fisio reforzará los resultados del primer paso. O no…
También cabe la posibilidad de que cambiemos por completo el foco y necesites algo más de tratamiento en camilla. No quiero engañarte, a veces hay que dar pasos hacia atrás para poder avanzar.
Segundo. Diseño y aprendizaje de los ejercicios.
Imprescindible para dejarte volar libremente.
Si quieres trabajar por tu cuenta, vas a tener que aprender a hacerlo bien. En caso contrario, me temo que no voy a poder ayudarte. Es más, los pasos uno y dos van íntimamente ligados, si no te comprometes con estas sesiones iniciales, me temo que no aceptaré que trabajemos juntos.
Tercero. Seguimiento y evolución.
A partir de aquí, todo es mucho más relativo. Dependerá de la frecuencia de las sesiones, de tu capacidad de trabajo, de tu genética, de lo rápido que aprendas… y de otros factores que, a veces, no se pueden controlar.
Lo que está claro es que esta fase tendrá una duración mucho más larga y dependerá directamente del problema a solucionar y de tu actitud frente a él.
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Pero lo más importante es que planifiquemos bien los dos primeros pasos.
Son la hoja de ruta.
Son el camino de baldosas amarillas que te lleva al reino de Oz.
El 90% del éxito está en elegir el camino correcto. En trazar un plan. En tener una estrategia adecuada. En diseñar el plan de batalla. Después, solo debes seguirlo y calibrar los resultados. Acertar aquí, te ahorrará mucho tiempo y quebraderos de cabeza.
El precio de cada sesión es de 45 €.
Pero hay algo que debes saber.
Para empezar, necesitaremos al menos dos sesiones.
La primera, para conocer tus puntos débiles, la segunda, para aprender a ejecutar. A partir de ese momento, veremos como seguir, en función de tu situación específica.
Cualquier otra manera de proceder, sería hacer mi trabajo a medias.
Dos sesiones iniciales.
90 €.
Aquí debajo.