Es curioso lo rápido que se puede pasar de un estado emocional a otro.
En cuestión de minutos.
En cuestión de segundos, incluso.
Somos seres emocionales y, por lo tanto, solemos tomar decisiones y expresarnos mucho más, en función de lo que sentimos y no tanto en función de lo que pensamos.
A ver, según la persona puedes ser más o menos emocional, o más o menos racional.
Pero, sin lugar a discusión, gran parte de las decisiones están basadas en la emoción.
Ejemplos.
Cuando compras algo, los publicistas tienen muy claro que tienen que atacar a tu emoción, no a tu razón.
Los coches se anuncian con la capacidad de generar libertad en sus compradores.
Los gimnasios con la transformación asombrosa que vas a hacer en tu cuerpo, y las implicaciones en salud y sociales que vas a conseguir.
Los cursos de finanzas se autovenden como la solución a todos tus problemas de dinero. No solo eso, si no que te aseguran incrementos brutales de facturación y de riqueza sin límites.
Y todo lo que podrás comprar y hacer con ese dinero, claro está.
Fíjate incluso que, después del partido de ayer, ya todo el mundo dice que vamos a ser otra vez Campeones del Mundo.
Pero una cosa son las emociones y otra es la realidad.
Y no siempre van de la mano.
Es por eso que debes mantenerla ligeramente a ralla.
No puedes guiarte únicamente por tus sentimientos, hay veces que debes dejar un tiempo de reposo antes de tomar una decisión.
A veces debes informarte bien y dejar a un lado tus creencias y tus pensamientos para intentar ser más analítico.
Eso intento en el Viaje del Casi Deportista, dar información basada en evidencia científica, para estar mejor informados.
Tú y yo.
Eso sí, seguiré intentando conseguir convencerte de que empieces tu viaje, aquí.