Todos los pasillos del súper

No sé si te pasará como a mí, pero tengo un ritual en el momento de hacer la compra, difícil de cambiar. En realidad, tengo rituales para mil cosas.

 

Bueno, dicen que eso es positivo.

Que cuando tienes una rutina, te ayuda a conseguir hacer las cosas mejor.

 

Hay mil ejemplos.

Desde futbolistas que entran con un pie concreto al campo, o que tienen manías raras antes de un penalti.

 

Verás, cuando jugaba a vóley, siempre contaba hasta 12 botando la pelota antes de sacar.

Y claro, dependiendo del tiempo que tenía, empezaba contando directamente desde nueve o diez, o lo que sea.

 

De hecho, es una manía que me he traído al pádel. 10, 11 y 12.

 

En fin, que me estoy perdiendo.

Al tener la rutina tan marcada en el súper, sabes perfectamente qué te vas a encontrar en cada pasillo.

 

Y fíjate, más de la mitad de lo que se vende es, por decirlo de una manera suave, poco adecuado para tu salud.

 

Pero la verdad es que, si están ahí, es porque la gente los compra. Y porque están aceptados socialmente. Y porque, aunque se sepa que no aportan nada para la salud de las personas, muchos están enganchados.

 

Y no quieren dejarlo.

 

Eo, que a mí me pasa también.

Pasas corriendo por el lado de cosas que te van gritando: “Cómprame, cómeme”.

 

Así que, lo mejor, es ir a comprar sin hambre.

 

Y como en todo, hay que tener en cuenta las dos caras de la moneda. Lo que no debes hacer y lo que sí que debes hacer.

 

Y ahí es donde entra la parte de actividad física y ejercicio. Porque puedes comer bien, pero si no haces nada, eres un sedentario que come bien. Y eso, tampoco es saludable.

 

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